sábado, 12 de junio de 2010

IV.- NUESTRO HOY.


¿Es posible hoy, con tanto secularismo, la Devoción al Corazón de Jesús? Pues !No parece ser tan imposible!

Dios actúa mucho más allá de cualquiera barrera humana, pues el amor es actuante y vivificante. Se participa de él directa e indirectamente, puesto que la fidelidad, su "fidelidad" es eterna. no creemos que esta devoción sea, como algunos la llaman "trasnochada" o en muchos casos, ten de devoción popular, mal entendido de tono peyorativo.

Precisamente sobre este término, el Papa PIO XII nos dice en el N. 52 de la encíclica Haurietis Aquas: "El culto al Corazón de Jesús, no apareció de improviso en la Iglesia, sino que brotó espontáneamente de la fe viva y de la piedad ferviente hacia aquellas gloriosas heridas, testimonio de su inmenso amor, que íntimamente conmueven los corazones".

Así pues, este es el orígen de la Devocación al Sagrado Corazón de Jesús. No proviene de una invención de la Iglesia, ni mucho menos se trata de una imposición, sino que ha sido el sentir y el latir del pueblo, para con Jesús, identificándose con los sufrimientos y los dolores de su pasión. A la vez, podemos decir que Jesús mismo se identifica con el dolor del hombre y de cada pueblo sufriente por los embates de opresión y empobrecimiento cada vez más acentuados en una sociedad personalista, individualista, egoísta.

Hoy hay que insistir en el término DEVOCIÓN. ¿CÓMO ENTENDERLO? ¿CÓMO LLEGAR A COMPENETRARNOS EN ESE FUEGO DE AMOR DEL CORAZÓN DE JESÚS?

Para alumbrar estas preguntas diríamos que la devoción se puede entender como "una entrega personal de amor, un compromiso total y definitivo con el corazón de Jesús. Esta es la respuesta de nuestro amor al amor infinito de Jesús"

Solo basta retomar un elemento esencial: saber que al acercarnos al Corazón de Jesús, desde allí debemos mirar toda la persona de Jesucristo, sin hacer miradas parciales, sino todo su ser. Es pues, Jesús actuante en nuestras vidas.

La razón estriba en los que nos dice PIO XII: "Por dos razones se da culto de latría al Corazón de jesús; en primer lugar, porque es Corazón de un Dios, unido hipostáticamente a la persona del Verbo y en segundo lugar, porque Él, más que ningún otro miembro de su cuerpo es símbolo e imagen expresiva de la infinita caridad de Jesucristo que nos invita a devolver amor por amor" (Haurietis Aquas, N.12)

Por último, insistir en otro término muy afín a lo que venimos hablando: la oblación, es decir, ofrendar nuestra vida, ser instrumentos de ese mismo Dios a quien nos dirigimos. Es nuestra vida un regalo, pero a la vez, una ofrenda PARA QUE SEA TOMADA POR JESUCRISTO.

Quizá ya no valgan las antiguas "disciplinas" y actos de moritifcación, pero sin desecharlas, diríamos que nuestra vida está enrumbada, perfilada, a discernir, en comunidad, en familia, en forma individual, lo que Dios quier de mi. Estar abiertos a la voluntad de Dios es la máxima expresión de oblación, es decir, el hombre debe estar dispuesto, estar abierto a lo que Dios quiera de Él, que sea Dios quien vaya modelando y guiando el barro de nuestro ser. Y la mayor imagen de esta oblación, de esta entrega, de esta ofrenda es el mismo Jesucristo, quien es expuesto en la carta a los Hebreos bajo "ECCE VENIO", es decir, "He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad".

Como resumen se podría decir que la oferta está hecha por parte de Dios y a nosotros corresponde la total y absoluta respuesta de amor, a ese amor que se ha dado primero y gratuitamente. Amor libre y fiel, amor ejemplar y reparador.


III.- SIGLOS XVII al XIX


Cuatro figuras queremos resaltar en esta época puesto que estos siglos son "la edad de oro" de la Devoción del Corazón de Jesús. Ellos son: S. Juan Eudes, fundador de la "Sociedad de los Sacerdotes de los Sagrados Corazones de Jesús y de María"; Sta. Margarita María Alacocque, la santa por excelencia de las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús; Beato Claudio de la Colombière, confesor de la anterior y corona este cuarteto el P. León Gustavo Dehon, fundador de los "Oblatos del Corazón de Jesús". Todos, en un período de 300 años, potenciaron al máximo el encuentro con ese Corazón de Jesús de Nazaret pero no porque quisieron, sino porque sintieron primero la gratuidad del amor de Dios en sus vidas y desde allí, desearon vivirlo y hacerlo conocer y amar.

A partir de S. Juan Eudes, a pesar de que ya se había gestado todo un movimiento devocional hacia el Sagrado Corazón de Jesús, todo el proceso de reconocimiento por parte de la Iglesia se va haciendo patente. Muchas celebraciones se hacen en torno a la figura del Corazón Divino, pero en especial, Juan Eudes impulsó de una manera extraordinaria esta devoción, unida a la devoción al Corazón Inmaculado de María. Mucho tiempo después será proclamado por S. Pío X como "padre, doctor y apóstol del culto litúrgico del Sagrado Corazón".

Juan Eudes se desvivió en la formación y ayuda de los sacerdotes. En su apostolado siempre trató de acomodarse al alcance de todos los que le oían. Su único fin fue instruir a la gente en la ciencia de la Salvación y convertir los corazones a Dios. Estableció las primeras fiestas litúrgicas de María (1646) y del Corazón de Jesús (1672) para las cuales compuso el oficio y la misa correspondiente.

Santa Margarita María por su parte, se "robó" el corazón de su creador y entabló un diálogo de corazón a corazón con quien tanto deseaba amar más que todas las otras cosas del mundo.

En el período de los años 1673 a 1675 se ubican las cuatro revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús a su persona y a partir de allí, el deseo más vivo para esta monja y para la Iglesia es lo que viene expresado en la cuarta revelación: "Por eso te pido que el primer viernes después de la octava de Corpus, sea dedicado a una fiesta particular para honrar mi corazón, comulgando en ese día y haciendo reparación de honor y desagravio, para reparar las indignidades que he sufrido durante el tiempo que he estado expuesto en los altares".

Luego, haciendo referencia al P. Claudio d ela Colombière, le dice: "Dirígete a mi siervo y dile de mi parte, que haga lo imposible para establecer esta devoción y dar este gusto a mi corazón divino. Que no se desanime por las dificultades que en ello encontrará..." (1)

Posterior a este siglo y a estas vivencias, a caballo de los siglos XIX y XX surge una figura importante para nosotros los que somos dehonianos: se trata de la figura del P. Dehon.

Nacido en Francia, lugar donde dos siglos atrás se dieron las revelaciones a Margarita María; casi en la mitad del siglo XIX, León Dehon bebe de esta devoción materna y nacional. Francia está dedicada por entero al Sagrado Corazón de Jesús y es tal la experiencia de amor en la que se ve envuelto este joven sacerdote, que decide seguir los pasos de ese corazón amado y funda una Congregación y la pone bajo su protección, de manera que sus miembros pasan a ser por entero, servidores y adoradores de este corazón humano, llagado y desconsolado como se presentó en sus revelaciones.

Algunas palabras que podríamos citar de este siervo del Corazón de Jesús serían las siguientes:

"Víctima es una criatura viva, ofrecida a Dios en sacrificio por los santos fines siguientes: adorar, dar gracias, implorar, expiar. sólo hay una víctima digna por sí misma, de Dios: Nuestro Señor Jesucristo; mas Él se digna asociarnos a su reparación, es además su voluntad y una condición para nuestra salvación". (2)

"No podemos ir hacia Dios por nosotros mismos, sino a través del Sagrado Corazón; en el Sagrado Corazón hemos de unirnos a Dios y comunicarnos con él; en el Corazón del Hijo, encontraremos al Padre y al Espíritu Santo". (3)


"El Corazón de Jesús es al mismo tiempo, sacerdote, altar y víctima... es en ese Corazón donde la misericordia y la verdad se han unido, donde la justicia y la paz se han abrazado; es el lugar de los esponsales celestiales, de las nucias divinas, del beso eterno entre Dios y hombre". (4)




(1) CORTA, FRANCISCO. "CAMINAD EN EL AMOR" (La devoción al Corazón de Jesús), Bilbao, 1981, pág 157-158

(2)DEHON, LEÓN, "DIRECTORIO ESPIRITUAL", Edic. Gurrea, Pamplona, 1947, pág 162

(3) DEHON LEÓN, "CORONAS DE AMOR", I, 95 Tomado del libro "todos los días con el Corazón de Jesús.

(4) Idem, I, 36

viernes, 11 de junio de 2010

II.- EDAD MEDIA.


La edad media está conformada por varios siglos. En estos siglos hubo una explisión de riqueza espiritual que la muestra de pocas oraciones, hacen insuficientes las que se han recopilado a lo largo del tiempo.

Dos cosas importantes de la Edad Media: en primer lugar es la época de oro de los grandes místicos, hombres y mujeres de oración, que marcaron con sus escritos y con su vida, grandes pautas de la visión de Dios.

en sus oraciones, exponen verdades pero a la vez, se muestra un gran acento de lo "personal" que en ningún momento puede entenderse como "intimismo" o "quietismo". El "Dios lejano" se va dejando de lado y Dios mismo se entronca en la relación yo - tú de una forma más personal, más cercana, haciendo que el hombre se funde en el inmenso mar de la paz amorosa de Dios.

En segundo lugar, empieza un marcado acento a la Devoción del Sagrado Corazón de Jesús. Jesucristo es contemplado desde el misterio de su corazón. Muchos son los hombres y mujeres que se han fundido en la dimensión cardíaca cristológica. entre muchos podemos nombrar: San Bernardo de Claraval, Sta. Margarita de Cortona, San Buenaventura de Bagnoregio, Sta. Angela de Foligno, San Alberto Magno, Sta. Gertrudis, Sta. Matilde, Sta. Ludgarda. Hombres y mujeres se han visto envueltos en esa inefable paz, en el compromiso vital del amor, EN y POR el Corazón de Jesús.

Corazón, vida, latidos, sentimientos. Todo se conjuga y se acentúa en este tiempo. El "amante" de ese buen Jesús se ve bañado con esa sangre y con el agua que brotaron de su costado, pero a la vez, hay una identificación con la culpa humana que hizo que Jesús muriera en la cruz. Por tanto, lo que antes era un misterio externo visto desde la cruz, ahora va siendo comprendido como algo tan propio, que "soy partícipe d ela culpa pero también partícipe de una reparación".

REPARAR pasa a ser el método devocio - oracional que intenta sustituir las culpas por las buenas acciones y oraciones. Es pagar el daño, lo dañado, reconstruirlo y a Jesucristo se ofrecen vidas enteras para que el mundo pague ese amor no correspondido, esa violenta aversión al mismo Dios. Es por eso que muchos se vuelven oblatos, ofrendan su vida por hacer un mundo mejor y por reparar tantos males del mundo y de la Iglesia. Así veremos a santos y santas que en sus propios monasterios, piden intercambiar el corazón propio por el llagado de Cristo, no solo como plena identificación con Dios sino para sufrir en carne propia los mismos dolores que Jesucristo sufrió en la pasión y los dolores que sufre el ser infligido con tanto mal de la humanidad.

I.- Primeros siglos.



Podríamos entresacar algunos rasgos que nos ayuden a la comprensión de los sentimientos y contenido de palabras que han formado, a lo largo de la historia, hermosas oraciones, súplicas, peticiones de tantos hombres y mujeres que han "balbuceado" éstas, para dirigirse a Dios por medio de su Hijo Jesucristo.


Una primera característica se refiere a los contenidos de las oraciones. Los apóstoles, las primeras comunidades cristianas y los "santos padres de la Iglesia", vivieron la primigenia experiencia con el Resucitado y desde allí, los himnos, salmos, oraciones y cánticos rebosan de palabras que demuestran la confesión en un Cristo muerto, pero Resucitado y glorificado por el Padre. Estos contenidos son claros y muestran la única verdad de Dios, vivida por el hombre.


Cierto que sus elementos pueden ser filosóficos - teológicos pero demuestran la experiencia de vida, desde la fe y el abandono en Cristo Jesús. Más aún, demuestran su dimensión amorosa: Cristo amante con corazón cercano, presente en la histroria de la humanidad.


Una segunda característica se refiere a las palabras: los títulos dados a Jesucristo no dejan de brotar de un lado y de otro: "Verbo invencible", "Soberano", "príncipe", "Verbo eternal", "luz inmortal", "Cristo, orígen y fin"...


Es un Dios lejano en su invocación, pero tan cercano en la experiencia vital del hombre. Un elemento común a todas las generaciones. Es la necesidad de usar "palabras" en las alabanzas que, a nuestros oídos parecen que distancian más y más a ese Dios trinitario del mismo hombre.


La experiencia de oración, de encuentro con Dios, de mística, no tiene patrón fijo y mucho menos cuando se tratan de palabras que van brotando de nuestro corazón.


Jesús nos dejó en "claro" un patrón: el PADRE NUESTRO. Con esa oración nos dirigimos al Padre, lo bendecimos, lo alabamos y le damos gracias y a la vez, pedimos fuerzas para ser "edificadores de los hermanos". Allí está el abandono total de nuestra persona en Dios, cosa que nos llevaría a una oración sencilla y frágil que poco a poco tiene que ser envuelta por el ser de Dios.


Una tercera característica es el gestor o protagonista de la oración que se dirige a Dios. Tres planos se cruzan, sin que prevalezca uno sobre el otro: La experfiencia individual y comunitaria toman color y "logran" identificar al hombre de hoy con lo que allí se dice, pero el totalizante es la aclamación de Dios y de la verdad tan infalible puesto que la verdad se afianza en Dios mismo.

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miércoles, 9 de junio de 2010

INTRODUCCIÓN


Hacer un recorrido por la historia, en todos los campos que queramos hacerlo (figuras, hechos, anécdotas, batallas, acuerdos, Iglesia, su quehacer y sus miembros, etc), es un poco difícil cuando se quieren apreciar ciertos aspectos que han ocurrido hace tanto tiempo.

Caemos muchas veces en lo que los técnicos del saber consideran como anacronismos que, en mucho de los casos, desorientan el objetivo que se quiere lograr en los trabajos; le dan una tonalidad subjetivista, aportando datos del presente en un pasado que es ajeno a lo que de él se quiere decir.
En nuestro caso, verificar sentimientos, palabras, de cada santo, "hombre y mujer de oración" es una empresa no fácil, puesto que hay que atravesar las amplias llanuras del campo de la mística o más aún, de la experiencia vital del encuentro con Dios. Cada ser humano posee un "enganche", un algo que lo aferra a la experiencia de Dios, y sabemos que cuando Dios decide hacer-se presente en el camino y en la historia de un hombre concreto, no exige altas doctrinas, ni preparación. Su terreno es el de la sencillez y el del abandono en sus manos, como si apreciáramos a un niño lanzarse en los brazos de su Padre, puesto que, sin pensarlo mucho, sabe que allí "está el que lo ama" y no lo dejará caer al vacío, a menos que consideremos el vacío como la absoluta desposesión de neustro yo; total vuelco de nuestra persona, de nuestro ser a la persona de Dios.
Este es el contexto del presente trabajo. Cada historia - en este trabajo se contemplan cuatro períodos - está marcada por unas características especiales y lo que se pretende es presentar un campo común, donde se visualice el modo de diálogo con Dios, la forma verbal y las grandes líneas vivenciales de las oraciones y por supuesto, de quienes las han dejado para la posteridad.
No es un trabajo de estricto orden científico puesto que solo se dan breves pinceladas, atrevidas por demás, de lo que se ve en los rasgos generales de las oraciones que acompañan al texto.
Para suplir las deficiencias, se pretende que las oraciones sirvan, como han servido a lo largo de la historia, para dirigirnos a ese buen Jesús de Nazareth, el que recorrió los caminos de su tierra y el que nos muestra un corazón cargado de dulzura, de entrega, del auténtico sentido del ser humano.