
Hacer un recorrido por la historia, en todos los campos que queramos hacerlo (figuras, hechos, anécdotas, batallas, acuerdos, Iglesia, su quehacer y sus miembros, etc), es un poco difícil cuando se quieren apreciar ciertos aspectos que han ocurrido hace tanto tiempo.
Caemos muchas veces en lo que los técnicos del saber consideran como anacronismos que, en mucho de los casos, desorientan el objetivo que se quiere lograr en los trabajos; le dan una tonalidad subjetivista, aportando datos del presente en un pasado que es ajeno a lo que de él se quiere decir.
En nuestro caso, verificar sentimientos, palabras, de cada santo, "hombre y mujer de oración" es una empresa no fácil, puesto que hay que atravesar las amplias llanuras del campo de la mística o más aún, de la experiencia vital del encuentro con Dios. Cada ser humano posee un "enganche", un algo que lo aferra a la experiencia de Dios, y sabemos que cuando Dios decide hacer-se presente en el camino y en la historia de un hombre concreto, no exige altas doctrinas, ni preparación. Su terreno es el de la sencillez y el del abandono en sus manos, como si apreciáramos a un niño lanzarse en los brazos de su Padre, puesto que, sin pensarlo mucho, sabe que allí "está el que lo ama" y no lo dejará caer al vacío, a menos que consideremos el vacío como la absoluta desposesión de neustro yo; total vuelco de nuestra persona, de nuestro ser a la persona de Dios.
Este es el contexto del presente trabajo. Cada historia - en este trabajo se contemplan cuatro períodos - está marcada por unas características especiales y lo que se pretende es presentar un campo común, donde se visualice el modo de diálogo con Dios, la forma verbal y las grandes líneas vivenciales de las oraciones y por supuesto, de quienes las han dejado para la posteridad.
No es un trabajo de estricto orden científico puesto que solo se dan breves pinceladas, atrevidas por demás, de lo que se ve en los rasgos generales de las oraciones que acompañan al texto.
Para suplir las deficiencias, se pretende que las oraciones sirvan, como han servido a lo largo de la historia, para dirigirnos a ese buen Jesús de Nazareth, el que recorrió los caminos de su tierra y el que nos muestra un corazón cargado de dulzura, de entrega, del auténtico sentido del ser humano.
En nuestro caso, verificar sentimientos, palabras, de cada santo, "hombre y mujer de oración" es una empresa no fácil, puesto que hay que atravesar las amplias llanuras del campo de la mística o más aún, de la experiencia vital del encuentro con Dios. Cada ser humano posee un "enganche", un algo que lo aferra a la experiencia de Dios, y sabemos que cuando Dios decide hacer-se presente en el camino y en la historia de un hombre concreto, no exige altas doctrinas, ni preparación. Su terreno es el de la sencillez y el del abandono en sus manos, como si apreciáramos a un niño lanzarse en los brazos de su Padre, puesto que, sin pensarlo mucho, sabe que allí "está el que lo ama" y no lo dejará caer al vacío, a menos que consideremos el vacío como la absoluta desposesión de neustro yo; total vuelco de nuestra persona, de nuestro ser a la persona de Dios.
Este es el contexto del presente trabajo. Cada historia - en este trabajo se contemplan cuatro períodos - está marcada por unas características especiales y lo que se pretende es presentar un campo común, donde se visualice el modo de diálogo con Dios, la forma verbal y las grandes líneas vivenciales de las oraciones y por supuesto, de quienes las han dejado para la posteridad.
No es un trabajo de estricto orden científico puesto que solo se dan breves pinceladas, atrevidas por demás, de lo que se ve en los rasgos generales de las oraciones que acompañan al texto.
Para suplir las deficiencias, se pretende que las oraciones sirvan, como han servido a lo largo de la historia, para dirigirnos a ese buen Jesús de Nazareth, el que recorrió los caminos de su tierra y el que nos muestra un corazón cargado de dulzura, de entrega, del auténtico sentido del ser humano.
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